San Luis Scrosoppi



“Del Santo me ha venido la alegría" (Baruc 4,22).

Caridad, caridad, salvar las almas y
salvarlas con la caridad


San Luis Scrosoppi

En la pequeña ciudad de Udine del 1800, el Señor eligió un hombre para hacerlo mensajero de su CARIDAD. San Luis Scrosoppi.

Frente a la pobreza y miseria de muchas "desamparadas" de Udine el corazón de Padre Luis vibró: vio en esas jóvenes enfermas el Verbo Encarnado que pedía de ser acogido, curado, educado. Y Padre Luis activó todas las energias suscitadas por el amor: se puso a disposición del hermano, fue a mendigar, y se hizo peón, educó y formó algunas jóvenes para que a su vez dedicaran su vida a este servicio.
Padre Luis se dejó llevar por la desconsertante Palabra de Jesús:"En esto hemos conocido lo que es amor: en que El dio su vida por nosotros. También nosotros debemos dar la vida por los hermanos". 1 Juan 3, 16 - Mateo 25, 45

Villa 31



En la ciudad de Buenos Aires, en retiro, nos dirigimos con la Hermana Rosana a la Villa 31, en la periferia de la ciudad, periferia no solo geográfica, sino también existencial. La mirada prejuiciosa extendida en la opinión pública, en la cual me incluía, fue cambiando al caminar sus calles, hablar con la gente, al ver el dolor interno de sufrir un auto destierro de sus países de origen, causados en algunos casos por la falta de trabajo, otros aún más dolorosos, porque acarrean con enfermedades graves y ven la posibilidad de encontrar un mejoramiento en su salud, que en su país no tienen.
En el lugar hay comunidades paraguayas, bolivianas, peruanas y argentinos.
Nos toco vivir más cerca con familias que vinieron de Paraguay, donde encontramos hospitalidad; en el lugar considerado más peligroso e inseguro de Bs. As. Las puertas están abiertas al visitante, la atención y generosidad con la que fuimos atendidas por Mariano y Lucy nos hizo sentir en casa, fuimos testigos de la tradición de su país, conservan su idioma guaraní, sus comidas típicas, la devoción y amor a la Virgen, en este caso la “Virgen de Caacupe”, es admirable. Maria, quien nos acompaño en nuestro recorrido por el barrio, siempre dispuesta, muy atenta a las necesidades de su comunidad y colaboradora de la iglesia, nos brindó tanta atención, en su casa al invitarnos a comer, al acompañarnos a visitar a las familias.
Nuestras visitas fueron destinadas en primer lugar a llevar un mensaje de esperanza de nuestro señor a los enfermos, y a dar a conocer al Padre Luís Scrosoppi , sus obras y su inagotable confianza en la providencia y ayuda de Dios. Pudimos descubrir en cada visita que la fe es el motor que los impulsa seguir, cada uno en su realidad es una persona de fe.
En toda la villa sigue latente la memoria del padre Carlos Múgica (sacerdote asesinado por la dictadura militar, por defender los derechos de los que vivían en la villa).
Pudimos ver cuanto necesitan las personas ser escuchados, valorados, otras con muchos deseos de hacer alguna pastoral, necesidad de ser guiados. Que difícil debe ser el trabajo de los sacerdotes en una comunidad tan grande, pero también tan diversa en sus costumbres.
Pudimos sentir la providencia de Dios en cada momento con nosotras, la oración de cada uno
De los que quedaron en Santa Fe orando por nosotras, familia, amigos, comunidad., fue la fuerza que nos sostuvo y fue allanado nuestro camino, porque, no negamos la realidad de las múltiples dificultades de drogas, delincuencia, enfrentamientos que ocurren en la villa, pero esa semana de misión hubo tranquilidad. Creo que la villa no duerme porque todo el tiempo, música, será que los ayudará a no sentirse lejos de país, o de familiares que quedaron, será que les aliviará un poco sus tristezas. Habrá tal vez dos realidades la que cuando llega la noche ya no sale de casa, y la otra que la noche es su cómplice de, a cielo abierto abandonarse a las drogas, al alcohol, las disputas y distintas maneras de evasión de una realidad que no quieren, y que por distintos motivos fueron cayendo en ellas.
Pero a pesar de las graves dificultades tengo la firme convicción que muchas de las familias que viven allí nos enseñan un modo de vida más humano, más cristiano, lo más hondo que rescato es la relación que tienen con Dios y la Virgen, lo que orienta sus vidas en una dirección positiva, la generosidad y las actitudes nobles, que no solo las vivimos nosotras, sino que fuimos testigos de verlo hacia otras personas.
Agradezco a Dios, que me haya elegido para ir a esta misión, recibiendo como una gracia esta amistad con los más pobres, pero teniendo la humildad de saber que cuando logramos sembrar algo, es Dios quien actúa. Y a mí me mueve el amor que le tengo, que me dé las herramientas necesarias para poder trasmitírselo a quién el ponga en mi camino.


“Señor estoy dispuesto a lo que sea, tu llámame a servir”