Marisa Leguizamón - Coordinadora de la "Familia de la Providencia" - Santa Fe /ARGENTINA
Son diferentes, y variadas las experiencias del encuentro con Jesucristo, El es quien siempre nos llama, desde siempre, pero resulta especialmente actual en este tiempo, en el que hay pensamientos tan difusos, seguramente de una falta de esfuerzo personal ante las dificultades, o sea una completa falta de compromiso con el hermano y ante todo con Cristo.
La primera condición es estar atentos y predispuestos a "remar mar adentro", algo que requiere cultivar un profundo espiritu de oración, alimentado por la escucha diaria de la Palabra de Dios y ante todo, ponerla en practica.
La verdadera vida cristiana, la que debe llevar un buen laico se mide por la hondura en la oración.
La constante unión y comunión con Cristo nos ayuda a descubrir su presencia incluso en los momentos de flojera, flaqueza y desilusión. En momentos asi es cuando hay que abrir el corazon a la onda de la gracia y dejar que la Palabra del Redentor actue con toda su fuerza.
Todo laico que abra su corazón a Cristo no solo comprende el misterio de su propia presencia, sino tambión el de su propia vocación o llamado, y recoge esplendidos frutos de gracia. No olvidemos hermanos, crecer en santidad, por un camino espiritual, que ya comenzo con el don del Bautismo, y prosigue hasta alcanzar la perfecta caridad hacia el prójimo. Al vivir como nos pide Cristo, el cristiano se hace cada vez mas capaz de amar como Cristo.
Oración: "Señor, tú que eres el dueño de la viña y de la mies y llamas a quienes quieres a tu servicio, inflama muchos corazones de fe, esperanza y caridad para que anunciemos siempre y en todos lugares con valentia la Palabra de la Salvación. Amén.